domingo, julio 03, 2011

Anécdotas literarias

Si son auténticas o no, o si ocurrieron tal como se transmiten (en el mismo escenario, entre las mismas personas, con las mismas palabras) no lo sabremos –probablemente– nunca.

Lo cierto es que, míticas o no, las anécdotas literarias (las anécdotas con escritores) son interesantes de leer y a veces, incluso, arrojan una que otra verdad o reflexión memorable. Veamos algunas de las que circulan:

Escribir para saber
Le preguntaron al escritor estadounidense Saul Bellow cómo se sentía después de ganar, en 1976, el Premio Nobel de Literatura. “No lo sé –respondió–. Aún no escribí sobre eso”.

El vicio todo lo puede…
En 1942, durante el sitio de los nazis a Leningrado, el brillante teórico de la literatura Mijail Bajtin –fumador empedernido, tomado por el vicio– usó todas las páginas de un manuscrito para enrollar el tabaco y armar cigarrillos. ¿La obra perdida para siempre? Un libro sobre novelas de aprendizaje, que luego nunca reescribió.

Hombres de pocas palabras
Víctor Hugo, de vacaciones, estaba ansioso por saber la suerte que estaba corriendo la publicación de Los miserables, así que escribió a su editor esta sugestiva mivisa: "?". El editor le respondió: "!", y de este modo participaron del intercambio epistolar más breve de la historia.

Entredicho transatlántico
Los padres de Pío Baroja tenían una panadería y no les sobraba el dinero. Sabiendo esto, Rubén Darío, malicioso, definió así sus habilidades artísticas: "Es un escritor con mucha miga, se nota que es panadero". La respuesta de Baroja, en el mismo tono, no se hizo esperar: "Rubén Darío es un escritor de buena pluma: se nota que es indio".

Ironías borgeanas por tres
Borges firma ejemplares en una librería del centro porteño. Un joven se acerca con Ficciones bajo el brazo y le dice: "Maestro, usted es inmortal". Borges le contesta: "Vamos, hombre. No hay por qué ser tan pesimista".

Lo invitan a Borges a un gran congreso internacional de psicoanalistas y psiquiatras en los Estados Unidos, a fines de la década del 60. Es el único escritor en el encuentro y le preguntan: “Maestro, ¿cómo se siente al ser el único escritor entre tantos psicoanalistas?”. Borges mira cómplice a María Kodama y se pone a reír: “En realidad estoy entre mis pares, ¿no es acaso el psicoanálisis una rama de la literatura fantástica?”.

Mañana de octubre de 1967, Borges está al frente de su clase de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires. Un estudiante entra y lo interrumpe para anunciar la muerte del Che Guevara y la inmediata suspensión de las clases para rendirle un homenaje. Borges contesta que el homenaje seguramente puede esperar. El estudiante insiste: "Tiene que ser ahora y usted se va". Borges no se resigna: "No me voy nada. Y si usted es tan guapo, venga a sacarme del escritorio". El estudiante amenaza con cortar la luz. "He tomado la precaución", retruca Borges, "de ser ciego esperando este momento".

Boletín de LibrosEnRed Nº 125

28 de junio de 2011